sábado, 4 de abril de 2015

Mostachones

¡Y con esta receta inauguro realmente el blog!

Ayer, en un ataque de aburrimiento, busqué una receta facilona que no requiriese ingredientes rarillos. El frigorífico de mis padres, por motivos que desconozco, está pelao, así que una receta de 3 ingredientes para entretener el hambre en viernes santo, venía que ni pintada.

Además, tenía a mi favor que mis padres no sabían lo que eran los mostachones (dulce típico de Utrera, Sevilla) Así que por muy mal que salieran, a menos que confundiera el azúcar con la sal, se lo podría vender como "es que son así".

Sin más dilaciones... procedo a escribir la receta tal y como se encuentra escrita y después la desarrollo tal y como me fue a mí:

MOSTACHONES (para guardar)
Ingredientes:
1/4 Kg (250g) de azúcar1/4 Kg (250g) de harina3 huevos
Se baten bien los huevos y se le añade el azúcar. Una vez bien mezclado se añade la harina.Una vez hecha la masa se pone en cucharaditas en una lata previamente untada de mantequilla y se mete al horno hasta que estén doraditos. Se pone también raspadura de cáscara de limón. 
Fácil, ¿no?

Bueno... pues aquí entran mis modificaciones y adaptaciones a la receta:

Usé 4 huevos en vez de 3 (porque yo lo valgo). El resto de ingredientes básicos fueron iguales (aunque considero que se pueden hacer con menos azúcar. Si lo vuelvo a intentar, probaré con 200g)  Con esta cantidad da para un total de 24-25 mostachones.

Para batir bien los huevos (como dice mi abuela) decidí separar las yemas de las claras y batir hasta un punto "parecido" al punto de nieve (vamos, que cuando se me cansó la mano y lo vi blanquito, paré) Y sí... intenté usar el cacharro del demonio, que es la batidora con varillas... pero la apagué en el mismo instante en el empezó a llover clara de huevo por toda la cocina. 


Después añadí las yemas y el azúcar. 

Claras batidas
Clara + yema + azúcar

Finalmente puse la harina y removí con una cuchara de madera. Quedó una textura más o menos pastosa. (Y la probé, y en crudo sabía riquísima)

Intenté lo de la ralladura de limón. Pero cuando rallaba... ¡¡salía zumo!!. Lo intenté con una naranja y más de lo mismo... Así que en pleno auge culinario... para dar sabor, le eché canela (totalmente recomendado si lo hacéis... pero procurad no echar medio bote como hice yo)



Calenté un poco de margarina y corté papel de aluminio en cuadrados y fui untando (esto es perfectamente sustituible por papel vegetal, pero en mi casa creo que no saben lo que es... Cuando le pregunté a mi madre casi se pone a buscar en el armario de las cartulinas (me da que lo relacionó con el "papel cebolla", que igual vale también, quién sabe...)




Se echa un poco de masa con una cuchara mismamente. Si la consistencia es correcta se expande un poquito hasta que queda así de bonito (aunque lo ideal es echar un poco menos que eso, porque en el horno crecen un poco)


Metí la primera bandeja en el horno, mientras me entretenía en ver si conseguía sacarle al limón algo de ralladura en vez de zumo... Cortaba cuidadosamente el papel de aluminio... pintaba con margarina... Esperaba a que se dorasen un poco... Miro... nada. Sigo a lo mío... Miro... ¡¡¡bien!!! ¡¡¡Mostachones carbonizados!!!!

Pero no os dejéis llevar por su aspecto... quedan modo "bizcochos Noel". Duros, crujientes... vamos... nada que ver con un mostachón. Pero con leche están ¡¡buenísimos!! Así que no los tiréis. (En mi casa casi son los que más éxito tienen)
Mostachones carbonizados.


Los carbonizados por dentro

Los siguientes los dejé mucho menos tiempo. Ni dorados ni nada...  (y bajé la temperatura del  horno a 180ºLos tocaba con una cucharilla por encima y cuando veía que estaban consistentes, pero se hundía un poco la masa, los saqué y los dejé reposar un poquito fuera. (Quedaron del color de la última foto)
Finalmente los guardé en grupitos de varios (hice una separación racial entre carbonizados, caucáiscos y albinos... ¡¡para todos los gustos!!) metidos en bolsas de plástico de congelar para que se conserven. No hay que dejarlos al aire que si no se petrifican. (Aclaro que las bolsas no son para congelarlos... sino que son las bolsitas que encontré para conservarlos mejor a temperatura ambiente. También se pueden meter en tápers) 






Y eso es todo.


Nivel de dificultad: Fácil
Posibilidades de carbonizar: 100%

viernes, 3 de abril de 2015

Cocinando con la abuela Maruja... ¡¡Presentación!!

¡¡Bienvenidos!!

Hola, soy Irene... probablemente me recuerden de otros blogs como... Cartas a un Umpa Lumpa o De fútbol y de medicina...  

A algunos puede que les parezca que no actualizo lo suficiente en ellos... Pero entonces, ¿por qué otro blog? ¿Me ha vuelto más  loca el MIR?

Hace muuuuchos meses, en una de las visitas a la casa de mi abuela, me adjudicó como herencia en vida una libreta roñosa arreglada con cinta aislante blanca en la que en primera página figuraba lo siguiente:



Recetas culinarias copiadas para distraer el hambre.
 Mayo del año 1938. Amelia

Vaya por Dios... ¿¿un cuaderno de recetas?? Y yo que antes de abrirlo aún suspiraba porque fuera un mapa de un tesoro para hacerme millonaria y mandar la carrera a la porra...
Me quedé con ganas de decirle... ¡¡pero abuela... que a mí todavía me cuesta diferenciar el azúcar de la sal aunque lo pruebe!!!

Una vez hecho el cuerpo a que eso era lo que me había tocado... leí con detenimiento:  Amelia en 1938. Que viene a ser la madre de mi abuela (la mitad de las recetas le pertenecen a ella. La otra mitad son de su hija: mi abuela Maruja, vamos) 

Como aún estoy con la resaca post-MIR y me sigue costando concentrarme en cualquier escrito que se salga de la temática médica... anoche me dio por leer la libreta roñosa de recetas. Y en un ataque de aburrimiento de hoy, me dio por probar una que era parecía sencillita. 

Se me ocurrió que podría compartir este legado con mis tíos, primos, demás familia y de paso el resto de la blogosfera...

Y aquí estoy.

Cada vez que haga alguna receta, mi bisabuela Amelia se revolverá en su tumba... pero igualmente la publicaré por aquí.

Sed todos bienvenidos